25.3.11

Foro de Psicología Fénix

Me ha llegado este artículo, espero q os guste tanto como a mí.

¿Os habéis preguntado en alguna ocasión (deportes, trabajo, estudios) por qué no rendís al máximo o porqué no conseguís los resultados deseados después de haber preparado de forma exhaustiva una lección o un ejercicio? Lamentablemente, es muy normal que seamos nosotros mismos los que nos pongamos nuestras propias limitaciones.

Se podría decir que, en cualquier actividad que realizamos participan dos actores, llamémosles “el narrador” y “el ejecutor”. El primero, se encarga de describir y valorar las acciones, añadiendo cualidades positivas o negativas a las mismas. El segundo, se encarga simplemente de actuar. Los juicios que realiza el primero, bien sean negativos o positivos, afectan al segundo, a su desarrollo y su ejecución natural de la acción.

Los juicios negativos predisponen y tienden a convertirse en realidad, convirtiéndose de forma inconsciente en expectativas incrustadas en la persona e incluso en con vicciones definitivas sobre la misma. Se trata de una especie de “proceso hipnótico”.

Los juicios positivos, lo contrario de lo que podría parecer, pueden resultar ser juicios negativos “camuflados” (por ejemplo, “que bien lo estás haciendo” significaría “ahora no te puedes permitir fallar”) generando exigencias (buscando aprobaciones, eludiendo desaprobaciones) que acaban generando tensión, distracción y pérdida de control de la acción.

Por tanto, para realizar la acción de la forma más perfecta, teniendo en cuenta que toda acción forma parte de un proceso natural de desarrollo, es necesario abandonar el hábito de corregir los defectos y simplemente actuar sin juzgar. Una mente libre de juicios, una mente en calma y en silencio, centrada en el aquí y ahora, formando una perfecta unidad entre la acción ejecutada y su ejecutor.

El máximo rendimiento requiere una desaceleración mental, es decir, menos pensamientos, menos cálculos, menos juicios, menos preocupaciones, menos miedos, menos expectativas, menos intentos por esforzarse, menos lamentaciones, menos controles, menos nervios, menos distracciones.

Seguramente en algunos momentos en los que realizabais alguna actividad habéis sentido momentos placenteros, en los que se siente que se rinde al 100%, libre de bloqueos, inhibiciones, duda, controles, recelos, libre de deseos, ambiciones y exigencias. Es en esos momentos cuando la acción se está ejecutando tal cual es.



Debemos, por tanto, desarrollar la conciencia libre de juicio. Cuando consigamos desaprender nuestra tendencia a juzgar, descubriremos, generalmente con cierta sorpresa, que los resultados son mejores y se disfruta más del proceso de alcanzarlos.



“El hombre es un animal pensante pero sus grandes obras han sido realizadas cuando él no estaba calculando ni pe nsando. Hay que recuperar una cierta inocencia infantil”


D.T.Suzuki.

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