21.9.12

Dolor

Que la persona a la que amo me asegure que no me quiere. Llorar. Tomar una cerveza, escuchar música, conocer gente nueva, dudar... que aparezca alguien que podría, quien sabe, con el tiempo, llegara estar ahí, presidiendo mi rincón como hiciste tú. Canciones que se entremezclan, entre un "sé que me esperarás" y "un clavo saca otro clavo", ironías del destino que todo lo que consiguen es hacerme dudas aún más. El "parasiempre", mi mayor tesoro, que algunas veces quise ofrecer y no quisieron, que otras me lo trataron de robar pero sin estar ahí, que yo misma rechacé aquella vez también. El miedo a no encontrar nunca aquello con lo que soñé, de quedarme sola, o de no poder ser feliz... sola. Sola como siempre, en mi mundo y a mi modo, quizás sea esa mi mayor tortura y mi mayor tesoro, sin desmerecer la presencia de la que también hace que llore en su ausencia, mi pequeño ángel de luz, que vino a la tierra a estar conmigo y no nos dejan, la que me llama desde un teléfono imaginario pero rechaza a veces hasta el oír mi voz. Contigo era todo mucho más fácil angelito mío, la soledad no era tan terrible y me daba lo mismo estar sola porque no lo estaba, te tenía a ti, y ninguna prisa por encontrar la estabilidad en el amor, el jodido amor que tanto anhelo y que se me suele escapar entre los dedos como si se tratase de agua que se puede llegar hasta a congelar.

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