4.7.15

Sobre el amor

Amores pasados, amores caducos, amores pisados. Y otros que están por venir. Cansada ya de esperar, sin desesperar. Y con la ilusión rota de un presente que se me antoja improbable, que lo imposible no existe, pero a mí hay cosas que me sientan mal y no puedo arriesgarme a echar más leña al fuego, que ha sido el caso, que no acabo de encontrar ese remedio, que no sea peor que la enfermedad! Y en toda esta aventura, un amor que se escapa, porque no puede ser... a no ser, que me meta en un tinglado, que creo no me sienta nada bien. Y con esto sigo mi rumbo, sola y acompañada a la vez, traicionada por muchos que me aman en secreto, elogiada por otros que me apuñalan por la espalda...... en una guerra donde tan solo fui atacada, por defender la paz. En unas cadenas que me son impuestas por creer en la libertad. En una vida que no es vida, pero que intento vivir lo mejor que puedo. Muerta y resurrekta en ocasiones, sí, todo sea por transmutar. Con viejos dolores que acechan, por no saberlos superar. Y sin los medios aparentes de derrocar el tinglado, que Dios aprieta pero no ahoga, y digo yo, que la salvación debe de existir, así como la condena. Que intento hacer las cosas lo mejor que puedo y sé, que no sé si eso es mucho saber, o creer, que todo puede resolverse, aunque cada paso que doy se encadena con el anterior para dar nueva forma al drama que es mi vida, y que intento vivir con la alegría que puedo, dentro de lo que me es posible, dadas las limitaciones de los que temen a la libertad, y se toman derechos que no les pertocan, como los prejuicios, o las temeridades que -me dicen- hacen por no quedarse conmigo. Que no encuentro la salida, pero creo creer que existe, y que en el mismo problema está la solución, en eso no he cambiado, en la enfermedad existe la salud como la alegría en la pena, acaso por eso sea capaz de reirme aún en la desgracia, y a veces hasta con ganas, o por esos duendes que acompañan mi saber, que me dicen no es poco, pero que yo dudo como siempre, por no creerme mejor que nadie, porque el dudar es lo que me imponen los necios, los impíos, o los que se creen cuerdos pero no lo son, pues si lo fueran no necesitarían de mí como chivo expiatorio a sus amagos de creerse mejores, pues no lo son, a través de cargarme con sus muertos, que no son pocos. Y me dicen que soy elocuente, pues no es lo mismo sentir que pensar, y que se vayan al cuerno los que saben de esto y no hacen nada, porque puede ser que llegue el día en que les toque algo semejante a lo mío, y como traten serán tratados, en mi humilde modo de entender, la vida y la libertad humana, cuyas cadenas reales no son más que las consecuencias de nuestros actos, para bien y para mal, y aunque parezca mentira que lo diga yo.

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