19.3.14

No te entiendo

Supongo que no me pertoca. Pero me duele verte manipulado, objeto de la obsesión de quien no me llega ni a la suela, y que tú dices te cuida tan bien. Ignoro si algún día te darás cuenta de lo que perdiste, y puede que jamás llegues a valorarme. Pero yo te amé. Y no se me da nada mal cuidar a la gente de verdad, de corazón, aunque la mala gente no me deje ejercerlo, por ahora. Cuidar en la pureza del corazón y del alma, y no desde la obsesión y la manipulación. Pero tú prefieres eso. Me consta que sabes perfectamente que aunque parezca yo una Lilith en toda regla tengo algo de Selena. Hoy no te he visto tan bien. Parece que la gente adore la esclavitud... yo amo la libertad. Así me va, tan llena de cadenas, mordazas, agujas... mi vida no es fácil. Soy la expresión de lo que la gente reprime en sí mismo, y no necesariamente por malo, sino porque la gente le teme a la libertad. Tienen miedo de sí mismos. Y la libertad nos es dada, me llaman loca porque no se atreven, porque no comprenden, porque no quieren enfrentarse a su propia locura. Supongo que no me pertoca. El día menos pensado tendrás hijos con ella, con LA OTRA. Yo no puedo hablar mucho, mi vida no tiene nada que ver con lo que un día proyecté. Es porque vuelo alto. La gente me odia, la calidad bien entendida empieza por un@ mism@, no hay mayor tesoro que la libertad, la gente que no merece tal libertad obliga a la gente que la merece a no serlo. Se proyectan. Reprimen, oprimen, venden, persiguen. A sus mejores abogad@s, por cierto. A l@s que sabemos que todos somos divinos, que merecemos amor, que apostamos por un mundo donde reine el amor y la pureza, los buenos sentimientos... no entiendo por qué hay gente, como tú pero con maldad, que tú no eres malo, que no me quiere ver bien, gente a la que quise, gente a la que habría amado incluso si no me hubieran obligado con amarres y mierdas. Ahí acabe todo por grupos, donde quien ame la esclavitud sea esclav@, y quien predique la libertad con conciencia sea salv@, libre, rodead@ de amor y libertad... las cadenas para quienes las practican. No es que no me merezcas, algo de ti es bueno, positivo, noble. Pero no me sabes valorar. No sé dónde acabaré, si será verdad eso de que yo saldré ganando donde tú sales perdiendo. Ignoro si algún día te darás cuenta de que el amor es otra cosa, de lo que de verdad vale la pena, de que no es mejor quien mejor parece. Si sabrás valorar jamás el regalo de mi sinceridad, de mi amor, de mi entrega a ti. Ignoro si algún día encontraré el amor, si podré amar y ser amada, si conseguiré la libertad de amar a mi hija con libertad, desde el amor, desde la autoestima, desde la falta de esos complejos que mi madre proyecta sobre mí. Cuando ella me dijo que nadie me quería le dije que yo me quiero, y ella dijo que ella se quería a ella. Fundamental. Espero que a ella no se la coman, y que sepa valorarme. Sé que lo hace, aunque la maldad y el corazón frío de algun@s la intenten separar de mí. Puta enfermedad del mundo, que arrastra a la gente al pozo de la desconfianza y los malos sentimientos hacia quien les quiere bien. Parece masoquismo... pero te voy a dejar en paz. No mereces mis lágrimas, eso lo supe ver hace mucho tiempo, ni tú ni nadie que no sea mi hija, por la que sufro, a la que amo en la distancia... le deseo salvación de la mierda del mundo, ella es buena, la hice yo. De mí aprendió muchas cosas en su cuna, aunque sea lista y las esconda, sea prudente, como tú. Alguna vez pensé que podía aprender de tu encriptamiento, a no hacerme tan visible, para que no me hieran. Pero eso también causa sufrimiento, y no es que me sienta mejor que nadie, pero espero encontrar algún día alguien que encaje conmigo, que me valore, que me respete, y cuyo amor no me hiera en lo profundo, que no hablo de la superficie. Adiós, amor... yo no puedo hacer más. Lo que me jode es que quizás nunca llegues a darte cuenta de que tuviste al lado a alguien que te quiso bien, y la cambiaste por alguien que te manipula y juega con tu gran corazón. No te deseo ningún mal, aunque no negaré que si es verdad que salgo ganando y tú perdiendo pues me sentiré bien, no porque tú pierdas, sino porque encuentre quien de verdad me sepa valorar, puerto donde anclarme para siempre, aunque eso sea tanto tiempo que se suele desvanecer en los devenires de la eternidad.

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