Indignación. Las cosas no van
por donde debieran. Las instituciones, incluidas las de ayuda, carecen de
medios. Miles de teorías sobre lo que se debería hacer, y un movimiento que
empieza, el 15M. Alrededor de ese movimiento teorías y personas, unas más
comprometidas que otras, y las comprometidas, como siempre, no siempre haciendo
lo que deberíamos estar haciendo, ya que la corrupción llega también de la mano
de la tiranía vestida de solidaridad, y esa es la peor de todas.
Como enfermos mentales sufrimos
indignaciones no solo de tipo económico. Como hemos venido haciendo todo este
tiempo en nuestras reivindicaciones de todo tipo, como por ejemplo las
relacionadas con la antipsiquiatría, tenemos mucho que decir en cuanto al modo
de abordar nuestros problemas reales, porque ellos, los psiquiatras, los polis
de la mente, también se hacen sus películas, sobre lo que sufrimos o por lo
menos yo sufro.
Cuando se abren las puertas de
nuestra percepción, es más necesaria que nunca la ayuda real y efectiva en
cuanto a cómo sobrellevar esas percepciones, y esto es algo que los psiquiatras
se pasan por el forro, porque al que manda no le apetece que accedamos a esas
dimensiones donde se puede hacer tanto por el mundo en que vivimos, y no
siempre llevamos intenciones negativas o no siempre nuestro sueño está tan
sembrado de cosas oscuras. Es más bien la oscuridad la que nos acecha en cuanto
asomamos infantilmente al mundo de los sueños que pueden hacerse realidad, y
hay quien incluso saliendo perjudicado apuesta por un mundo donde la miseria es
lo que hay, y las razones de ser miserable se ven alimentadas por estos
cazadores de sueños que pueden ser legales o ilegales, porque la me dirás, ya
que estamos con indignaciones, a qué coño se experimenta con las personas
produciéndoles descargas en la cabeza, y encima haciendo circular la falsa
información de que eso ya casi no se hace: se hace. Se hace y se ha avanzado
mucho, pero aún hay un tanto por ciento de personas que salen mal paradas de
estos experimentos de laboratorio, cosa que no parece importar a las familias
que firman el papel para que se realice la susodicha descarga, como por ejemplo
la mía, a la que tampoco importó demasiado conjurarse para seguirle diciendo al
mundo que estoy loca y que por eso me quitan a mi hija, que está menos loca
porque yo me molesté en trabajar la locura familiar.
Esto es algo que nos sucede a
muchos enfermos mentales o supuestos, porque lo primero que aprendemos es que
hay más locos fuera que dentro de los psiquiátricos, el hecho de que somos la
expresión de lo que mucha gente reprime por lo tanto al que tenga un prejuicio
conmigo por tener la etiqueta le diré que si estuviera sano, no tendría
prejuicios contra mí, porque, como suelo recordar siempre con una frase que me
impactó mucho en ese sentido, “necesitamos al asesino para no acabar
asesinándonos a nosotros mismos”. Es muy fácil ver la paja en el ojo ajeno sin
ver la viga en el propio, y muy injusto que el sistema no nos ayude a
independizarnos con una pensión más digna, puesto que el primer sistema que nos
ha etiquetado es aquel que se supone que cuida de nosotros: la familia, que si
está malo, y sino mal también, sobretodo si se alían entre ellos para dejarte
sin la ilusión de tu vida como en mi caso se materializa en una hija que por
cierto no se me da tan mal cuidar.
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