1.11.12

Indignación


Indignación. Las cosas no van por donde debieran. Las instituciones, incluidas las de ayuda, carecen de medios. Miles de teorías sobre lo que se debería hacer, y un movimiento que empieza, el 15M. Alrededor de ese movimiento teorías y personas, unas más comprometidas que otras, y las comprometidas, como siempre, no siempre haciendo lo que deberíamos estar haciendo, ya que la corrupción llega también de la mano de la tiranía vestida de solidaridad, y esa es la peor de todas.

Como enfermos mentales sufrimos indignaciones no solo de tipo económico. Como hemos venido haciendo todo este tiempo en nuestras reivindicaciones de todo tipo, como por ejemplo las relacionadas con la antipsiquiatría, tenemos mucho que decir en cuanto al modo de abordar nuestros problemas reales, porque ellos, los psiquiatras, los polis de la mente, también se hacen sus películas, sobre lo que sufrimos o por lo menos yo sufro.

Cuando se abren las puertas de nuestra percepción, es más necesaria que nunca la ayuda real y efectiva en cuanto a cómo sobrellevar esas percepciones, y esto es algo que los psiquiatras se pasan por el forro, porque al que manda no le apetece que accedamos a esas dimensiones donde se puede hacer tanto por el mundo en que vivimos, y no siempre llevamos intenciones negativas o no siempre nuestro sueño está tan sembrado de cosas oscuras. Es más bien la oscuridad la que nos acecha en cuanto asomamos infantilmente al mundo de los sueños que pueden hacerse realidad, y hay quien incluso saliendo perjudicado apuesta por un mundo donde la miseria es lo que hay, y las razones de ser miserable se ven alimentadas por estos cazadores de sueños que pueden ser legales o ilegales, porque la me dirás, ya que estamos con indignaciones, a qué coño se experimenta con las personas produciéndoles descargas en la cabeza, y encima haciendo circular la falsa información de que eso ya casi no se hace: se hace. Se hace y se ha avanzado mucho, pero aún hay un tanto por ciento de personas que salen mal paradas de estos experimentos de laboratorio, cosa que no parece importar a las familias que firman el papel para que se realice la susodicha descarga, como por ejemplo la mía, a la que tampoco importó demasiado conjurarse para seguirle diciendo al mundo que estoy loca y que por eso me quitan a mi hija, que está menos loca porque yo me molesté en trabajar la locura familiar.

Esto es algo que nos sucede a muchos enfermos mentales o supuestos, porque lo primero que aprendemos es que hay más locos fuera que dentro de los psiquiátricos, el hecho de que somos la expresión de lo que mucha gente reprime por lo tanto al que tenga un prejuicio conmigo por tener la etiqueta le diré que si estuviera sano, no tendría prejuicios contra mí, porque, como suelo recordar siempre con una frase que me impactó mucho en ese sentido, “necesitamos al asesino para no acabar asesinándonos a nosotros mismos”. Es muy fácil ver la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el propio, y muy injusto que el sistema no nos ayude a independizarnos con una pensión más digna, puesto que el primer sistema que nos ha etiquetado es aquel que se supone que cuida de nosotros: la familia, que si está malo, y sino mal también, sobretodo si se alían entre ellos para dejarte sin la ilusión de tu vida como en mi caso se materializa en una hija que por cierto no se me da tan mal cuidar.

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