10.6.13

Los ingresos involuntarios

Me gusta la radio. De hecho, antes de ser nikosiana ya colaboré en una radio argentina independiente llamada Radio Babel, con una aportación casi visionaria titulada "Arte y Locura". Para hablar sobre un ingreso involuntario debemos cuestionarnos cómo es el concepto de locura, puesto que cuando la persona no quiere ingresar se supone que piensa que no está loco. Esto me remite a una cita cuyo autor no recuerdo, de un librito que encontré por ahí, y que me hizo estallar en carcajadas al leerlo: "me llamaron loca, les llamé locos, y, maldita sea, me ganaron por mayoría de votos". Al final me río ya de mi propia locura, pero me río con ella, y a veces de ellos, aquellos que se creen tan cuerdos que son quienes para llamar loco al vecino, cuando lo que están haciendo es una proyección sobre nosotros de lo que no quieren ver en sí mismos, y que también poseen, hasta puede que en su visión no seamos lo que creen, sino otra cosa, reflejo de lo que ellos son.

Como contrapunto tenemos los ingresos voluntarios. Esas personas cuyos problemas los sobrepasan, intentan ahogarlos en el alcohol y las drogas, se queman, y necesitan descansar aunque sea a base de sobreanestesia emocional, y no sobrecarga de lo subconsciente como se hace con otras sustancias.

O que, en un momento dado, tú decidas que necesitas un parón en tu vida y cómo se desarrolla la misma, teniendo en cuenta que la locura se genera en un sustrato emocional de los recuerdos mal llevados, de los miedos mal domados, de los abismos mal cerrados.

En todo caso, si yo no hago daño a nadie (ni a mí misma), nadie es quien para decidir que yo estoy loca o que no lo estoy, simplemente por tener una percepción diferente a la ordinaria, a diario o en un momento dado.

Por eso entré a formar parte de la familia nikosiana. Justo para reivindicar que me parece perfecto que exista la institución, pero que soy libre de decidir si acudo o no a ella y en qué momento, teniendo en cuenta que ni somos todos los que estamos, ni están todos los que son, y que me jode por igual que paguemos justos por pecadores como salvar a pecadores por justos (por ejemplo las personas que no escuchan voces y lo alegan en defensa de cometer un crimen).

La institución no es Dios. Los que nos denuncian tampoco. Nosotros tampoco lo somos, pero si no hacemos daño a nadie, entramos en juegos de poder donde acaso por poder de amor se abran las puertas de nuestra percepción, y ellos por miedo (o por querer controlar) nos las cierran. No nos guían a nuestra libertad, sino a la seguridad de cronificarnos como locos para creerse un poco más cuerdos. No somos Dioses, pero ellos tampoco. Y es absurdo que te señalen con el dedo aquellos que más llenos de vigas tienen los ojos, que suele ser el caso. Pagaremos por las consecuencias de nuestros actos. No hay mejor ni peor. Diferentes escenarios nos tienen aquí metidos: donde nadie quiere mirar, expresión de miedos colectivos a la libertad propia y/o ajena.

La institución es una opción, pero tiene muchos huecos. Frente a los problemas, cada individuo puede saber mejor que nadie lo que le conviene, o qué "guia" (sanador) le va a hablar en su propio idioma y hacia su libertad, o como dice Martín hacia una mejor gestión de su sufrimiento. A mí me dicen que no tengo conciencia de enfermedad. Yo sé que me enfrento a problemas cuya solución desconozco, pero no veo la raíz de mi problema reflejada en sus espejos. No soy lo que ellos creen. Mi hermano me dijo una vez q yo era "eskizoatípica". La soledad de ser la excepción, tan mal llevada que cada vez han ido añadiendo más condenas a mi expediente, lo cual si me lo creo me cronifica aún más, en ser inútil, si me creo lo que dicen de lo que me dicen que tengo los libros y ensayos u opiniones (que no son todas iguales).

No hay derecho a que por escuchar una voz me encerrasen en el sikiátrico. No hay derecho a que me condenasen con tan solo 23 años y en mitad de una carrera universitaria a ser una jubilada. Tampoco lo hay a que me hicieran electroshoks embarazada, ni a que hagan abortar a personas con diagnóstico. No hay derecho a que por fumar porros me hayan incapacitado legalmente para quitarme a mi hija, y no pretendo juzgar a nadie pero a veces compongo canciones que dicen algo así como "cada cual su percal cada loco su tema, pero por lo que más quieras que todo vuelva, a su origen legítimo origen real, que por siempre les vuelva toda su maldad, y que si en un momento por 10 les quisiera, que por 10 los tormentos también les volvieran, en un mudo que es mágico y debes ganar, a aquellos adversarios que te hacen el mal, de querer que tú sufras lo que ellos sufrieron, que lo suyo y lo tuyo tal vez sientan un día, que al final el más "rebelde" es a veces el que menos causa tiene, y algunos son gilipollas porque se cargan y van en contra de aquellos que les defienden, porque el que te destruyan es la proyección de su propia autodestrucción.

Que el amor y el odio se den de la mano por un mudo más humano, donde se escuche a las personas y se las sepa comprender, o tener al menos la decencia de no sentirse en posesión de esa verdad que se nos escapa en las ocasiones en las que humildemente acudimos a ellos.

Por una psiquiatría que tenga en cuenta que somos algo más que neurotransmisores, y que cerrar los ojos no cambia la raíz de los problemas aunque se sufra menos.

*Lunagua*


1 comentario:

JOSÉ TADEO TÁPANES ZERQUERA dijo...

Se sufre leyendo tus post, lUNAGUA